Debió de ser en 1988 cuando cayó en mis manos aquel número de Olvidos de Granada dedicado a la Generación del 50. Yo estaba recién matriculado en la Facultad de Filosofía y Letras y un amigo letraherido me prestó por unos días el numerazo grande e inmanejable. En él descubrí, gracias a un artículo de Vicente Sabido, a quien desde entonces es uno de mis dioses tutelares: Ignacio Aldecoa. Corrí a la librería Atlántida y un tipo silencioso que luego supe que se llamaba Rafael Juárez me vendió los Cuentos de Aldecoa en Cátedra, en cuya guarda hay una anotación mía, tonta y existencialista, junto con una fecha: 27 de mayo de 1988. Más de veinte años después, en 2010, se publicó Pequeñas resistencias 5 (Páginas de Espuma), con edición de Andrés Neuman, una de las más conocidas antologías del cuento español contemporáneo. A modo de Apéndice Neuman incluyó un “Pequeño cuestionario sobre el cuento” donde, entre otras cosas, pedía a los autores antologados que mencionásemos a nuestros cuentistas de referencia, sin restricción cronológica, lingüística o nacional. De entre los cuarenta antologados, solo tres nos acordamos de Ignacio Aldecoa. Raymond Carver obtuvo diecinueve menciones.
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[Publicado en Olvidos de Granada, n.º 13, 25 de octubre de 2019]